Lic. Ricardo Cano Castro

Leyzaola no necesita demostrar nada. Sus cifras en Tijuana y Ciudad Juárez hablan por sí solas: reducciones de violencia del 76% y 86%, respectivamente.

La historia de Mexicali ha dado un giro determinante. La seguridad pública, una de las mayores preocupaciones de la ciudadanía, enfrenta una nueva etapa con el regreso del teniente coronel retirado Julián Leyzaola Pérez a la Dirección de Seguridad Pública Municipal. No es un regreso cualquiera. Es la reaparición de un hombre que, tras haber estado al borde de la muerte, ha decidido volver al frente de batalla.

Es la reaparición de un hombre que, tras haber estado al borde de la muerte, ha decidido volver al frente de batalla.

Leyzaola no necesita demostrar nada. Sus cifras en Tijuana y Ciudad Juárez hablan por sí solas: reducciones de violencia del 76% y 86%, respectivamente. Pero el legado de un hombre no se mide solo en estadísticas. Su nombre despierta tanto admiración como recelo. Para algunos, es el salvador de las ciudades más violentas de México; para otros, un símbolo de brutalidad policial, de métodos extremos que ponen en jaque los límites del Estado de derecho.

El legado de un hombre no se mide solo en estadísticas. Su nombre despierta tanto admiración como recelo.

Para comprender el impacto de su llegada a Mexicali, es necesario recordar quién es Julián Leyzaola. Un exmilitar forjado en el rigor castrense, un hombre que no teme pisar las calles que patrulla, que no comanda desde una oficina sino desde el frente. Su liderazgo es implacable, su discurso, tajante: “Para que la gente se sienta segura, tiene que haber acciones de autoridad, no estadísticas”.

Después del atentado que lo dejó gravemente herido, muchos pensaron que su carrera había terminado. Pero aquí está, regresando a una ciudad donde la presencia del crimen organizado es innegable, donde los ciudadanos viven con miedo.

Y su método es conocido: limpiar la corporación policial, erradicar la corrupción, devolver la dignidad al uniforme y enfrentar sin titubeos a quienes han convertido la ciudad en un campo de batalla.

“Para que la gente se sienta segura, tiene que haber acciones de autoridad, no estadísticas”.

La Nueva Batalla

La designación de Leyzaola no se dio en un vacío. El sector empresarial lo respalda, convencido de que su presencia es la única solución real ante la crisis de seguridad. “Nosotros no le tenemos miedo a nadie y yo menos”, declaró Octavio Sandoval, presidente del Consejo Coordinador Empresarial. La alcaldesa Norma Alicia Bustamante, por su parte, asegura que su nombramiento no fue una imposición, sino un esfuerzo conjunto para frenar la violencia y de redirigir las estrategias de seguridad.

Esta ciudad, convertida en un enclave estratégico del Cártel de Sinaloa, enfrenta un reto mayúsculo. Leyzaola ha asegurado que su labor será preventiva, no de combate directo, pero su historial sugiere que la confrontación es ineludible.

En Ciudad Juárez, en Tijuana, su guerra no fue solo contra el crimen organizado, sino también contra la impunidad dentro de las mismas filas policiales. Si aplica la misma estrategia en Mexicali, los primeros en caer serán aquellos elementos corruptos que han permitido la expansión del narcotráfico y la delincuencia.

El Juicio

El regreso de Leyzaola despierta emociones encontradas. Su legado está marcado por la efectividad, pero también por la controversia. Ha sido acusado de tortura, de autoritarismo, de aplicar la justicia con sus propias manos.

En esta historia, los matices son inevitables. Para algunos, es el hombre que traerá paz a una ciudad desgarrada por el crimen; para otros, un hombre cuyos métodos podrían abrir una nueva grieta en el frágil tejido de la legalidad.

Su legado está marcado por la efectividad, pero también por la controversia.

Lo que es innegable es que su regreso no dejará a nadie indiferente. Mexicali ya no será la misma. Para bien, la historia de su seguridad ha entrado en una nueva era.

Lic. Ricardo Cano Castro

Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Baja California, con Maestría en Docencia y formación complementaria en Filosofía y Desarrollo Humano. Profesional con experiencia en el sector público como asesor en Regidurías y en el ámbito educativo, destacándose como director de instituciones privadas de nivel medio superior. Emprendedor apasionado por el desarrollo integral de las personas, con un profundo compromiso con la filantropía y la construcción de un impacto positivo en la sociedad. Además, orgulloso padre de familia y promotor de valores humanos en todas sus actividades.

Esta columna no refleja la opinión de Dominio Público, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor