Editorial Dominio Público

No es la primera vez que usamos el término «Perfiles» como título, aunque anteriormente abordábamos las credenciales profesionales de individuos con aspiraciones a cargos públicos.

Hoy, sin embargo, tomamos otro ángulo: funcionarios blicos cuya conducta sugiere perfiles vinculados a la violencia de nero dentro del movimiento de la transformación en México.

Comencemos con las figuras de mayor jerarquía política.

1. Félix Salgado Macedonio, senador de Morena por Guerrero, arrastra un historial de denuncias por abuso.

Aunque las acusaciones no son nuevas, las investigaciones parecen estancadas, quizás a causa del fuero político o porque su hija ocupa el cargo de gobernadora en el estado.

2. Cuauhtémoc Blanco, actual diputado federal también por Morena, enfrenta una denuncia de abuso sexual presentada por su media hermana. Lo llamativo es que, incluso dentro de Morena, habría intentos por frenar el avance de esta investigación.

3. Fidel Mogollón, diputado local de Baja California por Morena, fue señalado por su pareja actual de agredirla físicamente frente a testigos. Pese a las denuncias, hasta ahora la situación no ha generado una respuesta clara por parte de las autoridades.

4. Miguel Loza, ex regidor panista del Ayuntamiento de Tijuana y potencial aliado político de Morena, también enfrenta una acusación de abuso. Él asegura estar reuniendo pruebas para defender su inocencia.

Cuatro nombres que comparten, al parecer, patrones preocupantes. No deja de ser inquietante cómo la adquisición de poder y recursos parece potenciar comportamientos perjudiciales hacia terceros.

A pesar de ello, sorprende el aparente silencio desde las altas esferas del poder en México.

Claudia Sheinbaum, la primera mujer presidenta en la historia del país, no ha adoptado una postura contundente frente a estos casos.

¿Será que el cálculo político en forma de votos en el Congreso, el Senado o los cabildos locales– pesa más que la justicia y dignidad de las víctimas?

Este panorama nos deja con una reflexión amarga: cuando el poder se junta con traumas o trastornos no tratados, aquello que estaba latente podría despertar y escalar. El resultado es una cadena que perpetúa abusos y silencios cómplices.

Una transformación verdadera debería empezar atendiendo esto desde la raíz. ¿Estamos listos para exigirlo?